Ruta Jesuítica en Paraguay. Tres reducciones imprescindibles.

Paraguay, ese país muchas veces olvidado de América Latina, esconde a lo largo y ancho de sus más de 400.000 kilómetros cuadrados incontables sorpresas para cualquiera que se anime a descubrirlo. Desde una naturaleza arrolladora a una cultura guaraní ancestral que os atrapará. Pero también cuenta con un Patrimonio Histórico que nada tiene que envidiar al de sus vecinos. Y por eso os invitamos a acompañarnos en esta Ruta Jesuítica en Paraguay. 

Porque, pese a todas las injusticias cometidas contra la población local tras la llegada de las huestes castellanas, el establecimiento de los misioneros jesuitas en el territorio guaraní marcó una notable diferencia. Tanto los religiosos como la población local convivieron en armonía. Aprendiendo mutuamente los unos de los otros. Y constituyeron una relación simbiótica que legó un patrimonio histórico-cultural de valor incalculable. 

Así que os vamos a contar todo lo necesario para que no os perdáis ni un detalle en vuestra visita. ¡¡Merece muchísimo la pena!!

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✅ El origen de las misiones jesuíticas en América Latina

Desde que los españoles llegaran al territorio paraguayo a principios del siglo XVI, como también hicieran en el resto de América Latina, sometieron a los indígenas. Para lo que constituyeron un sistema de encomiendas, por el cual los nativos se convertían en vasallos de los castellanos. Sin embargo, y pese a que las leyes de la Corona de Castilla lo prohibían, ese sistema de encomiendas dejaba completamente desprotegida a la población local. 

Con el fin de conseguir una mejora de esas condiciones de vida, el Consejo de Indias solicitó el envío de misioneros jesuitas hacia 1580. Lo que llevó a la fundación de la Provincia Jesuítica del Paraguay en 1604. Que dependía de la compañía de Jesús y comprendía áreas de lo que hoy son Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Chile y Brasil. En las que se instauraron misiones estables. 

No obstante, si atendemos sólo a las Misiones Jesuíticas que se fundaron en territorio de los Guaraníes, encontramos un total de treinta. Quince en las provincias argentinas de Misiones y Corrientes. Ocho en el sur de Paraguay. Y siete en la zona suroeste de Brasil, en el estado de Río Grande del Sur. 

Los jesuitas aprovecharon la organización política guaraní en su propio beneficio. Pues a los misioneros se les consideró como karaís, profetas, que traían mediante la religión católica el “camino al paraíso”. Un concepto que los nativos asemejaron a su aguyé. El camino de la perfección guaraní que conducía a su Tierra sin mal. De esta forma, los líderes de muchas tekuas (aldeas) aceptaron construir iglesias. Pues era una garantía de protección divina y además jurídica. Ya que los jesuitas consiguieron asegurar el cumplimiento de las leyes de la corona española.

✔️ Organización de las misiones jesuíticas guaraníes

Esas iglesias se convirtieron en el corazón de las reducciones. Ya que se situaban siempre presidiendo la Plaza de Armas. Y junto a ellas se disponía el cementerio y la escuela. En la que, además de encontrarse los talleres, una cocina, un comedor, almacenes y depósitos; solían residir los misioneros. Mientras que alrededor de las otras tres caras de la plaza se emplazaban las viviendas de los indios. Disponían de agua corriente y servicios sanitarios. Y siempre había una casa comunal para alojar a viudas y huérfanos. Así como una cárcel y una posada en la que podían hospedarse los comerciantes. 

Pese a que las misiones se encontraban bajo el gobierno de los virreyes nombrados por los reyes de España, los verdaderos gobernadores de las reducciones eran los curas. Quienes se encargaban de la evangelización de los guaraníes. Así como de la alfabetización de la población y de enseñarles música. Contando cada reducción con su propio coro y orquesta. 

Y, aunque para esas labores de evangelización y enseñanza los jesuitas aprendieron guaraní y publicaban libros en ese idioma, también enseñaron el castellano para tratar de conseguir la universalidad linguística en todas las posesiones de la corona. 

Por otro lado, la economía se basaba en el cultivo de maíz, batata, mandioca, yerba mate y algodón, un arte que ya dominaban los guaraníes. Complementado con la ganadería que los jesuitas introdujeron. Pues hasta entonces los guaraníes eran cazadores y pescadores. Además, las reducciones se especializaron también en ciertos oficios. Como la escultura, la herrería, la carpintería o la elaboración de vajillas, telas e instrumentos musicales. Establecieron sistemas de trueque entre ellas. Y fueron pioneros en la fijación de una jornada laboral de seis horas. 

✔️ Ruta Jesuítica en Paraguay: el fin de las reducciones

A principios del siglo XVIII, los borbones, recién llegados al trono español, emprendieron un drástico proceso de reformas. Por lo que durante los reinados de Fernando VI y su sucesor, Carlos III, se tomó la determinación de expulsar a los jesuitas de todos los dominios de la corona española. Y de incautarse de todos su bienes. A lo que siguió en 1773 el dictamen del papa Clemente XIV de disolver la Compañía de Jesús. 

Esto implicó que las reducciones guaraníes pasaran a manos de franciscanos, dominicos y mercedarios, quedando bajo la Gobernación de las Misiones Guaraníes. Sin embargo, muchos de los indios que habían vivido bajo el amparo jesuita decidieron migrar hacia otros territorios. 

El comienzo del siglo XIX trajo consigo las guerras de independencia hispanoamericanas. Y con ellas las misiones jesuíticas guaraníes del Paraguay terminaron de desaparecer. Viéndose gravemente dañadas durante la dictadura de Gaspar Rodríguez de Francia y de su sucesor, Carlos Antonio López. Quien abolió el sistema de reducciones y destruyó las comunidades incautándose del territorio. 

✨ Qué ver en una Ruta Jesuítica en Paraguay

Aunque son ocho las misiones que se podrían ver en una Ruta Jesuítica en Paraguay, no todas siguen en pie. De hecho, de esas ocho que había en el momento de la expulsión de los jesuitas, tan sólo tres se encuentran en un relativo buen estado de conservación. 

Y es precisamente en esas tres en las que nos vamos a centrar: Jesús de Tavarangüé, Santísima Trinidad del Paraná y San Cosme y Damián. O lo que es lo mismo, la mejor Ruta Jesuítica en Paraguay. Porque, además, dos de ellas pertenecen al Patrimonio Cultural de la Humanidad de la UNESCO desde 1993. 

Jesús de Tavarangüé 

Situada a unos 40 kilómetros al este de la ciudad de Encarnación, la Misión Jesuítica de Jesús de Tavarengüé, pese a que su iglesia permanece inacabada, pues la expulsión de los misioneros se produjo cuando aún estaba en obras, es una de las mejor conservadas. Y Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1993.  

Fue fundada en 1685 a orillas del río Paraguay por los jesuitas Francisco García y Jerónimo Tiburón. Pero su ubicación original fue desplazándose hasta la actual como consecuencia de los ataques de los pueblos vecinos. Y, pese a todo, llegó a ser una de las más grandes. Alcanzando una población de unas 1.800 personas en el momento de su disolución. 

Además, si la construcción de la iglesia hubiera concluido, habría sido casi con total seguridad la más majestuosa del Paraguay. Pues se estaba edificando como una réplica en estilo mudéjar de la Iglesia de San Ignacio de Loyola de Madrid. Ya que el arquitecto que se encargó de su diseño fue el español Antonio Forcada. 

Santísima Trinidad del Paraná

Prácticamente a medio camino entre Jesús y la ciudad de Encarnación se encuentra la joya de la corona de cualquier ruta Jesuítica en Paraguay. La misión más grande y mejor conservada de todas las reducciones. La misión de la Santísima Trinidad del Paraná. La otra que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1993. 

Fue fundada en 1706 en lo alto de una colina. En lo que ahora es la ruta VI. Y llegó a contar con una población de tres mil guaraníes. Lo que aún hoy se puede apreciar en las espectaculares dimensiones del complejo. Repleto de arcos y rosetones que antaño formaron parte de las casas de los indios. 

Sin embargo, lo que más destaca actualmente son los restos de su iglesia, diseñada por Juan Bautista Primoli. Y de la que se conservan joyas como los frisos de ángeles músicos, el púlpito de piedra compuesto de más de mil piezas y con finos ornamentos, o la pila bautismal. 

Además, en lo que en su día fue la sacristía se puede disfrutar de un Museo Jesuítico y un Museo Lítico. Con tallas de piedra de todo tipo. Tanto de artesanía ornamental guaraní como partes de piezas arquitectónicas de la misión. 

San Cosme y Damián 

La última de las misiones que os proponemos visitar en esta Ruta Jesuítica en Paraguay es la misión de San Cosme y Damián. Que está ubicada a 85 kilómetros de la ciudad de Encarnación, pero al oeste en este caso; y a 340 kilómetros de Asunción. 

Fue fundada en 1632 por el Padre Adriano Formoso. Y su importancia se debió a que fue el principal observatorio astronómico de la época colonial en América Latina. Pues los jesuitas, principalmente el Padre Buenaventura Suárez, llevaron a cabo brillantes estudios y trabajos de astronomía con los telescopios, cuadrantes astronómicos y relojes solares que ellos mismos construyeron. 

A día de hoy puede presumir de ser la única reducción en la que se conserva en pie la escuela. Donde originalmente se emplazaba el observatorio astronómico. Y que ahora alberga el Centro de Interpretación Astronómica Buenaventura Suárez. Además, su iglesia fue recientemente rehabilitada con imágenes de gran valor. Entre las que destacan las de San Cosme y Damián. Patrones de la iglesia y de los médicos, cirujanos, farmacéuticos y barberos. 

⭐ Otras antiguas reducciones 

Como os decíamos antes, una Ruta Jesuítica en Paraguay al completo comprendería hasta ocho reducciones. Teniendo en cuenta, claro, las que había cuando se produjo la expulsión de los misioneros. Pero como os avanzamos antes, los acontecimientos de finales del siglo XIX y principios del XX, así como el crecimiento de algunas ciudades, dieron al traste con muchas de ellas. 

No obstante, todavía se conservan algunos vestigios y, si tenéis tiempo de sobra, también podéis pasar por ellas. 

Itapúa (Encarnación)

La actual ciudad de Encarnación, conocida como la Perla del Sur, es la capital del departamento de Itapúa. Se sitúa a 370 kilómetros de Asunción, en el extremo sur del país, a orillas del río Paraná, que hace las veces de frontera con Argentina. Y es una de las principales ciudades del país. Además de uno de sus mayores núcleos turísticos. 

Sin embargo, todo en ella empezó de la mano de Roque González de Santa Cruz, el primer santo paraguayo. Cuando en 1615 fundó la reducción de Nuestra Señora de la Encarnación de Itapúa. En cualquier caso, nada queda ya de aquellos tiempos más allá del nombre de su plaza de armas. 

Santiago Apóstol

Originalmente erigida en 1651 a orillas del río Apa bajo el nombre de San Ignacio de Caaguazú, la actual Misión de Santiago Apóstol es su refundación de 1669. Que, habiendo llegado a tener una población de casi 4.000 guaraníes, puede además presumir de haber sido una de las más grandes. 

Sigue conservando su estructura colonial. Con su plaza de armas en el centro. Y rodeada de la Casa de Indios y de un Museo Diocesano. No obstante, la Iglesia de Santiago que vemos ahora es completamente moderna. Aunque en su interior sí que se conserva el único retablo completo que queda del período jesuítico. Así como una impresionante talla de la misma época de Santiago enfrentándose a los musulmanes. 

Santa María de Fe

Fue fundada en 1637 en los Itatines, pero por los constantes ataques de los bandeirantes portugueses, el padre Emanuel Berthod decidió trasladarla en 1669 a su ubicación actual. 

Aunque de aquellos tiempos sólo queda un espectacular Museo Diocesano en lo que fuera la “Casa de los Indios”. Donde se conservan 56 piezas del barroco guaraní que pertenecían al templo original que colapsó en 1910. Estas piezas están consideradas algunas de las mejores del periodo jesuita. Ya que Santa María fue durante muchos años el verdadero taller de las reducciones. Pues al frente del mismo se encontraban los reputados maestros Joseph Brasanelli y Antonio Sepp. 

Santa Rosa de Lima

Se fundó gracias al padre Jacobo Ranzonier. Quien vivía en Santa María de Fe pero, tras un paseo a caballo, al divisar la colina en la que se emplazó esta misión, quedó tan maravillado que en 1698 consiguió que algunas familias de Santa María le acompañasen a fundar la Misión de Santa Rosa de Lima. 

Del periodo misionero aún se conserva el campanario original, erigido en piedra roja. Así como la estructura de la iglesia primigenia, dedicada a la primera santa de Latinoamérica. Además de la Capilla del Loreto, la fuente de la Plaza Mariscal Estigarribia o lo que en su día fueron las Casas de los Indios, ahora reconvertidas en negocios locales. 

San Ignacio Guazú

La última parada de esta Ruta Jesuítica en Paraguay fue la primera misión que se fundó en el país, en 1609. Y su impulsor, Marcelo Lorenzana, la denominó San Ignacio Guazú, incluyendo ese apelativo guazú, grande, para distinguirla de la misión argentina de San Ignacio Miní (pequeño). 

En la actualidad apenas quedan algunas piedras de aquella reducción jesuítica. Pues el templo original fue destruido y la actual iglesia de San Ignacio de Loyola poco tiene que ver con su antecesora. No obstante, como en casi todas las demás misiones, hay un Museo de Arte Diocesano Jesuítico Guaraní que expone algunas valiosas tallas de madera policromada. 

⛺Dónde alojarse en la ruta jesuítica en Paraguay

Tal y como os venimos diciendo todo el tiempo a lo largo de este artículo, aunque en total hubieran sido ocho, las tres misiones imprescindibles que visitar en una Ruta Jesuítica en Paraguay son las de San Juan, Trinidad y San Cosme y Damián. Y todas ellas tienen la suerte de encontrarse muy cerquita de uno de los mayores núcleos turísticos paraguayos: Encarnación. Así que no hay mejor lugar para alojarse que la Perla del Sur. 

Y dentro de la ciudad, nuestra recomendación indudable es el Hotel Puesta del Sol. Porque creo que no podemos decir nada negativo de él. Por buscarle un pero, solo diríamos que no es el alojamiento más bonito ni moderno del mundo. Pero superó con creces nuestras expectativas.

Es prácticamente perfecto. Habitaciones amplías, limpias y supercómodas. Personal increíblemente amable. Ubicación excelente. Parking gratuito y privado. Además de un desayuno bastante completo. Todo ello por 35€ por la noche en habitación doble. Vamos, que nos pareció el lugar ideal en Encarnación.

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